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domingo, 23 de julio de 2017
Los veranos de ayer mismo.
Los veranos de ayer mismo.
"Sobradamente ignorados
y de sobra conocidos
son aquellos veranos:
los veranos de ayer mismo.
Con mi máquina del tiempo
no he de alejarme tanto
para comprobar si es cierto
lo estival que era el trabajo.
Pues los cuadros de Sorolla
nos reflejaban un lujo
como los yates de ahora,
elitista y medio oculto"
Se llamaba "hacer el verano"
a esa intensisima lucha
contra una apretada agenda
casi sin ninguna máquina
y muy lejos de las mejores
para evitar gimnasia y sudores.
Trasnochar era una táctica
de heavy adelanto de siega
saliendo a las tres, con o sin Luna
a andar el camino... o al trabajo.
Se dormía tres o cuatro horas
mas una hora y media de siesta
a la sombra de un carro abatido
mientras un familiar trillaba
sobre el trillo, con animales,
lo horqueado después del daye
o la segadora con vacas.
Trillar y quedarse dormido
era no recoger la mierda
y quitarla ya pegajosa...
Alfalfa, comuña, esparceta,
regadío, hondón rojo, cascajo...
eran vacas y manual ordeño.
Patatas y huerto son de excavar.
Lavaderos, ropa, cesped, ríos...
Espaldas dobladas con brío,
vida en la calle, cantar, charlar
y cuadras que hacían de aseo.
Chavales que estaban jugando
y algo ayudaban en la cosecha.
Como protección anti-caños,
botas camperas, medias, manguitos...
Contra el Sol, sombrero, manga corta...
Para proteger a los bebés...
estival nacimiento o abuelas,
si no, había lágrimas negras
de soledad y leche sin beber
y... blancos lutos por estas cosas.
Pétreo y cruel darwinismo.
Incomprensible estío malvado.
Los más benignos meses eran
diciembre, enero y febrero.
La labor por antonomasia
sin gramola ni baile el domingo
era julio, agosto y septiembre
con misa y laboriosos fieles
que con permiso o no del obispo
seguían la rutina lacia
y acudían con prisa y esmero
a misa en traje de faena.
Dominical trabajo con rezos
calculado en la cercanía
del terreno al templo de piedra
por la mayoría acatado
con desgastada resignación;
no sé cuánta fe, paz y abstracción...
Aunque eran de mayor agrado
las fiestas a tiro de piedra,
válvulas de escape de un día
luciendo otro estilo... más bello.
A todas partes se iba andando,
había algún coche de línea,
las carreteras eran caminos
rellenos de piedras medianas
que del cincuenta y cinco al sesenta
se estuvieron cubriendo de brea.
Era una labor que tiznaba
mas un difuminado grito
ante la amenaza ígnea
de calor, doble ropa y calado.
Veraniega obligación aquella,
al secar el tiempo el asfalto.
Las mujeres echaban el agua,
gravilla, etcétera; removían.
Los hombres sacaban paladas
que un rodillo luego alisaba.
Dureza y tardanza infinita.
Otra actividad nada vacua,
la presa con césped y barro
que se hacía "estando de huebra".
Por mucho tiempo hubo linares
de Villavega a San Lorenzo
con presa en Micieces de Ojeda
cuya fluvial balsa abarcaba
un caudaloso largo trozo
en cuyo generoso pozo
bastantes hombres se bañaban.
Paréntesis entre tareas
mezclado después con veraneos
y chavalas de las ciudades.
Las chicas en otras épocas
fue por la caseta de Pepín,
en la punta opuesta del pueblo,
donde un limpio frescor se hacían
con jabón casero y toallas
para ir a las fiestas bien guapas...
Y huevas frescas se comían
de aquellos extintos cangrejos.
Pesca a mano de peces sin fin,
hubo en niveles sin rémora.
Se recuerdan siete u ocho pozos...
Uno de ellos el de Manolín
junto a la era de Ricardo
que llenaba un profundo estanque
y éste un canal con agujeros
que a muchos árboles daba riego
y a esa campa sombra agradable
y húmeda vista con mucho encanto.
Del pozo del bar de Tasio oí
que se usaba para enfriar todo...
Y en el local de "la Tenderilla"
que bastante espléndida era,
de más se comía y bebía,
pero faltaban los helados,
que a La Ojeda llegaron tarde
aunque estuvieran en otras partes
con solo hielo y sal congelados.
Nieve metida en un pozo había
durante un año entero en Cervera
que la vendía "la Cascarita".
"Sobradamente ignorados
y de sobra conocidos
son aquellos veranos:
los veranos de ayer mismo.
Con mi máquina del tiempo
no he de alejarme tanto
para comprobar si es cierto
lo estival que era el trabajo.
Pues los cuadros de Sorolla
nos reflejaban un lujo
como los yates de ahora
elitista y medio oculto"
Nadie recuerda con nostalgia
ni ganas de volver a hacerlo
el trabajo de peso, paciencia,
riñones, sudor, Sol y olores...
sin aseos ni agua en las casas.
Ni tampoco con añoranza
los disimulados amores
sin cogerse la mano siquiera.
Rescatable es solo lo bueno...:
manantiales, rincones con gracia...
"Sobradamente ignorados
y de sobra conocidos
son aquellos veranos:
los veranos de ayer mismo.
Con mi máquina del tiempo
no he de alejarme tanto
para comprobar si es cierto
lo estival que era el trabajo.
Pues los cuadros de Sorolla
nos reflejaban un lujo
como los yates de ahora,
elitista y medio oculto"
Ania V.T.
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